Cada vez son más las empresas que incorporan a su estrategia corporativa el concepto de mejora del entorno de trabajo desde una perspectiva de la salud y el bienestar, entendiendo esta mejora como una evolución que va más allá de la estricta prevención de riesgos laborales y seguridad y salud en el trabajo. Estas empresas certificadas como Empresa Saludable hacen suya la redefinición que hizo la OMS según la cual la salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que incorpora el factor de bienestar tanto de los trabajadores como de sus familias. Este nuevo concepto incorpora hábitos de salud, estilos de vida, factores psicosociales porque se entiende que el vínculo del trabajador con su comunidad tiene un profundo efecto en la salud, productividad y motivación de sus empleados.
La incorporación de esta estrategia a las líneas de futuro de las empresas no se referencia únicamente al compromiso social o a un buenismo de las juntas directivas. Se ha demostrado que estas apuestas innovadoras tienen beneficios muy tangibles en las cuentas de resultados. El retorno de la inversión realizada en un programa de promoción de la salud en el trabajo se ha demostrado que genera un ROI de entre 2’5 4’8 euros en lo que se refiere al absentismo laboral y entre 2’3 y 5’9 euros en costes derivados de enfermedad de los trabajadores. También reducen los costes sanitarios en las empresas en un 26’1%. En el otro lado, estas prácticas de entorno de bienestar reduce el presentismo entendido como el hecho de acudir al trabajo enfermo sin un rendimiento óptimo se reduce en un 33%.
Los beneficios de motivación y aumento de la competitividad también son muy referenciados por las empresas que ya han puesto en práctica estas estrategias de Empresa Saludable y que acostumbran a ser un paso más en una certificación previa: la OSHAS o Norma 18000. Las implicaciones que conlleva una certificación en Empresa Saludable son muy diveresas, y se derivan del previo análisis de las preocupaciones y situaciones concretas de las plantillas. Es por ello, que las prácticas que desarrollan las empresas sean diversas y lleven asociadas un punto de originalidad.
Lo que también se ha evidenciado es que la puesta en práctica de estrategias de Empresa Saludable conlleva una repercusión comunicativa positiva y, por tanto, una mejora en la reputación social de quien la implanta.
El Banco Santander, por ejemplo, instauró en 2015 entre su plantilla el ‘flexiwork’ un nuevo concepto según el cual los departamentos y trabajadores adaptan las entradas y salidas de sus jornadas laborales en una franja horaria, incorporan flexibilidad a los periodos de vacaciones y vinculan las jornadas intensivas no sólo a la época del año sino al volumen de trabajo de cada momento. Todo ello repercutido a la consecución de los objetivos y adaptándose al indispensable cuidado de la atención al cliente. Esta práctica también fija como necesario un código en la realización de reuniones (siempre antes de las 18h, ágiles y eficientes, e incluso con opción a la presencia virtual de los convocados).
El mindfulness, una práctica que bebe de la meditación budista y que busca mejorar la concentración de la atención y la conciencia, es otra práctica que se está extendiendo entre las grandes empresas de nuestro país tras comprobar los buenos resultados que está teniendo en Estados Unidos. Empresas como Mahou San Miguel, por ejemplo, impulsaron el año pasado talleres de mindfulness entre algunos de sus trabajadores, siempre adaptados a sus jornadas laborales. Es el caso también de Repsol, que está implantando grupos piloto después de que hace algunos años comenzaran a realizarse sesiones de meditación gestionadas por los propios empleados. Los buenos resultados hicieron que la compañía se planteara ir más allá y estructurar los talleres. En la sede española de L’Oreal también se ha iniciado un proyecto piloto de taller Mindfulness que pretende mejorar la calidad de vida de sus empleados.
Se trata de diferentes acciones que las empresas están implementando con un objetivo común: mejorar el bienestar de sus trabajadores. La situación incipiente de esta nueva cultura corporativa ha provocado que muchas de estas acciones se desarrollen de forma proactiva pero sin una estructura. Este es el objetivo de la certificación como Empresa Saludable que, cada vez más, se implanta como fórmula para establecer un canal con parámetros y posibilidad de medir los resultados.
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